Cuando los juegos de azar se convierten en una enfermedad

En España, como en otros países occidentales, la oferta de juegos de azar y las apuestas online aumenta constantemente y se diversifica cada vez más, tanto es así que lo que en el pasado era un hábito que involucraba a un pequeño grupo de personas, es, de hecho, un hábito común para muchos. Pero, paralelamente a la expansión del fenómeno social, también aumenta proporcionalmente el número de personas que pierden el control del juego, que ya no tienen sentido de límites y que manifiestan una forma real de adicción.

Esto se refiere a la adicción al juego, o “juego patológico”, cuando el placer del juego se convierte en un impulso incontrolable que degenera en una serie de problemas que afectan no solo a la salud psicofísica del jugador, sino también a su vida familiar, social y laboral. Según los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, la adicción al juego involucra al 3% de la población adulta, o un millón y medio de españoles.

El mercado del juego es un sector en constante crecimiento, por lo que el número de jugadores está destinado a aumentar en proporción a la facturación, la variedad de la oferta, el atractivo del juego, su cobertura mediática.

El juego patológico representa un fenómeno en expansión, con aspectos extremadamente delicados y complejos que no deben subestimarse.

¿Cómo ha cambiado el enfoque del juego y las apuestas online en los últimos años?

En los últimos años, en todo el mundo, el juego se ha convertido en un fenómeno en rápida expansión, también gracias a la ayuda de nuevos métodos telemáticos (Internet) que han permitido el acceso a un público cada vez más amplio.

Los juegos que parecen predisponer más al riesgo son aquellos que ofrecen una mayor proximidad espacio-temporal entre apuesta y premio, como las máquinas tragamonedas y los juegos de casino, pero también el póquer y el bingo.

Los grupos de mayor riesgo, en cambio, parecen ser, entre las mujeres, las amas de casa y los trabajadores autónomos de cuarenta a cincuenta años y, entre los hombres, los desempleados o autónomos que tienen contacto frecuente con el dinero, con las ventas y el comercio en una edad alrededor de los cuarenta años.

¿Es posible reconocer el perfil de un jugador?

En relación a las razones que parecen condicionar y acompañar al juego, se han distinguido los siguientes cuatro tipos de jugadores: el jugador social que se motiva por la participación lúdica, considera el juego como una oportunidad para socializar y divertirse y sabe controlar sus propios impulsos; el jugador problema en el que, aunque todavía no existe una patología activa real, hay problemas sociales de los que escapa o de los que busca solución a través del juego; el jugador patológico en el que la dimensión del juego se vuelca en un comportamiento destructivo que se alimenta de otros problemas psíquicos graves; el jugador patológico impulsivo/adicto en el que los síntomas graves que subrayan la relación patológica con el juego se centran en ocasiones más en la impulsividad y otras veces en la adicción.

¿Cuándo se puede considerar el juego como una enfermedad real?

El juego se convierte en una enfermedad cuando asume un papel excesivo en la vida diaria, provocando dificultades económicas, personales y familiares para encontrar el dinero necesario para el juego. La mayor facilidad para participar en loterías y, en general, las apuestas han aumentado el porcentaje de sujetos que han caído en el vórtice del Juego Patológico.

Los sistemas de clasificación diagnóstica internacional lo definen como un comportamiento de juego persistente, recurrente y desadaptativo que compromete las actividades personales, familiares o laborales.

¿Cuáles son los comportamientos de los que se puede deducir que uno se precipita hacia el vórtice de la adicción?

La presencia de algunos de los siguientes comportamientos de señal podría significar cómo el juego se ha convertido o se está convirtiendo en un problema:

  • Piensas en el juego todos los días.
  • Siempre intentas compensar cuando pierdes.
  • A menudo se siente deprimido por el juego.
  • Oculta sus hábitos de juego a las personas más cercanas a usted.
  • Has pedido dinero prestado a tus amigos para jugar.
  • Juegas más de lo previsto.
  • juegas hasta quedarte sin nada.
  • No puedes dormir para pensar en el juego.
  • No pagas tus facturas porque necesitas el dinero para jugar.
  • Te has prometido muchas veces no volver a jugar pero siempre recaes.
  • Te pones límites que te cuesta respetar.
  • Tu papel como pareja, padre o empleado se ve afectada por el hecho de que sigues pensando en jugar cada día.

Si alguno de estos signos está presente, debe afrontar el problema abiertamente en la familia, pidiendo el apoyo de sus seres queridos: reconocer la existencia del problema es el primer paso hacia su resolución.

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